Ética
La ética de la investigación científica es una ética aplicada y, por tanto, es ética y es filosofía. No me voy a extender aquí sobre el significado de las éticas aplicadas pero sí quisiera mencionar que este “giro aplicado” de la filosofía se caracteriza por la interdisciplinariedad —decía Ferrater Mora que la ética sólo en manos de los filósofos ni es prudente ni es muy buena idea— y por el fomento de la participación social en el debate público, propiciando la información, la transparencia y la intervención de no expertos en la deliberación, considerada como un ejercicio de reflexión pública, basada en valores y que es transformativa, ya que tiene por objeto encontrar soluciones colectivas a importantes desafíos y problemas sociales.
La ética de la investigación, máxime la realizada en organismos públicos como el CCHS-CSIC presenta, además, una complejidad añadida: Atañe no solo a la actividad profesional que desempeña el servidor público (que remite a una ética profesional concreta de la investigación: ética de la sociología, la arqueología, la antropología...), sino que también se refiere a su condición de servicio orientado a los intereses generales y a la utilidad pública. Y además, la ética de la investigación públicamente financiada tiene tanto una dimensión individual, que concierne al sujeto que desarrolla su actividad con el apoyo público (universidades, OPIs, becas) y otra dimensión colectiva y organizacional, que remite a la estructura, procesos y cultura institucional de la organización de dichos servicios públicos. La cultura organizacional es determinante a la hora de asumir roles, realizar conductas y determinar prácticas. La variable organizacional en la toma de decisiones éticas individuales de los investigadores constituye el marco, el contexto, la “cultura”, que influencia enormemente las percepciones y elecciones de dichos empleados públicos, de modo que el entorno de expectativas, reglas, lealtades y roles afecta y explica una parte importante de la decisión final. Así, la estructura de la organización puede atenuar seriamente la sensación de responsabilidad personal como resultado de la especialización, la jerarquía y las numerosas reglas y reglamentos. Algo muy importante en instituciones como el CCHS-CSIC que, además, tienen una relevante función de formación de jóvenes investigadoras e investigadores.
"Hoy en día se tiende a hablar de «integridad» de la investigación científica para englobar las consideraciones éticas y de responsabilidad social."
Señalemos también una cuestión de denominación: Hoy en día se tiende a hablar de «integridad» de la investigación científica para englobar las consideraciones éticas y de responsabilidad social. Es una terminología que se toma de organismos internacionales como la OCDE y que se aplica a otros ámbitos de actividades humanas organizadas institucionalmente, como las administraciones públicas, las empresas, el deporte ... (se habla así del desarrollo de “sistemas de integridad”).
2. SISTEMAS DE INTEGRIDAD EN LA INVESTIGACIÓN
Se han desarrollado sistemas de integridad en la investigación para promover la excelencia y la calidad a la hora de responder a las demandas y necesidades sociales, lo cual genera confianza, que a su vez favorece la aceptabilidad y la apropiación social de desarrollos científicos y políticas públicas. Por contra, la desconfianza y el descrédito son letales para organizaciones, empresas e instituciones.
Y si bien la investigación científica pasa por ser una de las instituciones más respetada socialmente, tampoco está a salvo del halo de desconfianza generalizada en el que vivimos. Pensemos, por ejemplo, en la reticencia hacia las vacunas, en las sospechas hacia el manejo de datos personales por parte de proyectos de investigación, en las puertas giratorias, en los conflictos de intereses, etc. La investigación científica ha perdido la inocencia.
En consecuencia, los sistemas de integridad de la investigación científica se desarrollan sobre todo para para prevenir y evitar la corrupción y las malas prácticas; esto es, la violación de la integridad científica, que se refiere tanto al fraude como a las prácticas cuestionables y que afectan, también, a las ciencias sociales y humanidades en tanto en cuanto realizan actividades experimentales y empíricas con individuos y grupos: entrevistas, cuestionarios, ensayos, observación directa, grabaciones de video o audio, experimentos de laboratorio y de campo, test y pruebas estandarizadas, análisis económico, etnográfico, evaluaciones etc. En definitiva, las investigaciones sociales pueden generar daños, más allá de los físicos, en los participantes.
Si las ciencias físicas y biomédicas tienen su relato de malas prácticas jalonado por los experimentos nazis, Tuskegee o Willowbrook, la reflexión sobre los aspectos éticos de las investigaciones sociales estuvo ligada a la divulgación de algunos casos problemáticos como la investigación sobre la obediencia a la autoridad de Stanley Milgram, el experimento de la prisión del psicólogo social Philip Zimbardo o la grabación con micrófonos ocultos las deliberaciones de seis jurados por parte de la Universidad de Chicago. Estos casos contribuyeron a la consideración de los aspectos éticos que debían considerarse en la investigación social e impulsaron la creación de códigos y guías éticas entre las principales asociaciones de científicos sociales.
Hoy en día, la ética de la investigación se enmarca en el paradigma de la RRI (responsible research and innovation / innovación e investigación responsables) que aspira a un nuevo modelo de gobernanza de la investigación que reduzca la brecha entre la comunidad científica y la sociedad, incentivando que los distintos grupos de interés (comunidad educativa, científica, empresa, industria, entidades de la sociedad civil, política) trabajen juntos en todo el proceso de investigación e innovación. La idea es que la cooperación entre distintos actores (relativamente autónomos, pero altamente interdependientes) permita alinear el proceso de investigación y sus resultados con los valores, necesidades y expectativas de la sociedad.
"Nuevo modelo de gobernanza de la investigación que reduzca la brecha entre la comunidad científica y la sociedad."
Aunque el término RRI se acuñó hace varias décadas, recientemente ha cobrado protagonismo debido a su inclusión en el Programa Science with and for Society impulsado por la Comisión Europea en el marco de la estrategia de investigación Horizon 2020.
La RRI es una retórica radical sobre la apertura y socialización de los procesos tecnocientíficos que se especifica en cuatro criterios de gobernanza: anticipación, reflexividad, deliberación y responsabilidad. Esta apertura y socialización se concretan en la idea de participación pública (public engagement) que es esencial para los investigadores en términos de mejores soluciones éticas sobre cuestiones difíciles que facilitan, como hemos dicho, la aceptabilidad y la confianza en la investigación.
3. ESPECIFICIDADES DE LA ÉTICA DE LA INVESTIGACIÓN EN CCHS Y HUMANIDADES
Tradicionalmente, las preocupaciones éticas sobre la investigación parecían residir únicamente en los casos extremos relacionados con la biomedicina y la salud pero en realidad, el potencial de transgresión ética es mucho más amplio y difuso e incluye a las investigaciones en ciencias sociales y humanidades. En este caso nos movemos entre la indefinición y la falta de término medio: O se subestiman o se sobrestiman los problemas éticos. O se considera que prácticamente no se plantean problemas éticos o, por el contrario, se equipara estos problemas a los que se generan en las investigaciones biomédicas.
En general, existen cuestiones comunes, como el consentimiento informado o los riesgos de daño, pero modulados de forma diferente en el caso de las Ciencias Sociales y las Humanidades. Mientras el modelo biomédico se basa en la asimetría (pacientes vulnerables a proteger, dependencia) y en experimentos doble-ciego (placebo/molécula), en Ciencias Sociales y Humanidades se da una relación más igualitaria, consentida y democrática, donde la investigación se interesa por las opiniones o conductas de los sujetos que aceptan participar (que ya no son ni pacientes ni dependientes). En este caso, priman las cuestiones sobre la autonomía (contornos del consentimiento informado), privacidad, intimidad y confidencialidad, riesgo-beneficio, trato a grupos “vulnerabilizados” (menores, personas mayores, minorías…), estigma o identidad. Hay casos paradigmáticos, asociados con métodos de investigación específicos (observación encubierta, engaño), lo que invisibiliza el alcance ético que pueden tener otros métodos (por ejemplo, la IAP: investigación-acción-participación) que a veces les hace parecer como inmunes a la ética.
Pueden señalarse, entre otras, algunas buenas prácticas en la investigación en Ciencias Sociales y Humanidades como las siguientes:
- Tratamiento ético de los participantes: Iniciar la recolección de datos, explicando a los participantes los beneficios esperados de la investigación, así como sus derechos y contar someramente, si es posible, cómo se va a hacer.
- Procedimiento de consentimiento informado simple para encuestas / entrevistas: Así, como se recoge en algunas directrices éticas para la investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, aunque la regla general es el consentimiento libre e informado, pueden hacerse excepciones en situaciones en las que la investigación no implique un contacto directo con los participantes, cuando los datos que se procesen no sean especialmente sensibles y cuando el valor de utilidad de la investigación supere claramente cualquier desventaja para los individuos implicados. Un ejemplo es el uso de datos de registros existentes, cuando no es posible obtener el consentimiento de todas las personas incluidas en los registros. En estos casos, las investigadoras tienen la responsabilidad especial de explicar detalladamente el posible valor útil de los resultados, y de informar a las partes implicadas y al público en general sobre la finalidad y los resultados del proyecto, por ejemplo, a través de internet u otros medios de comunicación como la prensa, la radio y la televisión.
- Buenas consecuencias: Ni sobreestimar ni subestimar los beneficios. A veces, el propósito real y beneficios del estudio deben ser ocultados para evitar la introducción de sesgo. En tal caso, minimizar el problema del engaño.
- La confidencialidad: Mediante la obtención de documentos de confidencialidad firmados o la restricción del acceso a la identificación de los participantes o la limitación del acceso a los instrumentos de guarda de datos donde se identifica al participante.
- Respeto a la privacidad (que es más que confidencialidad): Protección de la autodeterminación informativa de los participantes.
- Derecho de los participantes a negarse a responder a cualquier pregunta o participar en el estudio o abandonar cuando quieran.
- Limitar el tiempo requerido para la participación.
- Restringir a la observación solamente el comportamiento público.
En definitiva, en Ciencias Sociales y Humanidades, para posibilitar la realización de encuestas, entrevistas y otros trabajos de campo cualitativos y cuantitativos, se puede simplificar la información que se ofrece a los sujetos participantes pero se deben establecer las salvaguardas necesarias mediante una exhaustiva auto-evaluación que incluiría un análisis de riesgos éticos (EIA: Ethical Impact Assessment), con sus correspondientes medidas de mitigación, y una evaluación de impacto sobre el manejo de los datos (DPIA: Data Protection Impact Assessment), que serían evaluadas por un comité o institución de revisión ética ajena al proyecto, a modo de examen de garantías previas. Éste es el rol necesario de monitorización que juegan en los sistemas de integridad de la investigación los Comités de Ética, como es el caso del programa de ética e integridad científica en el CSIC: https://www.csic.es/es/el-csic/etica
En ningún caso debiera ser contemplado el proceso de revisión ética de la investigación como una carga burocrática más, sino como una oportunidad de mejora de la investigación, alineada con los valores y necesidades de la sociedad.
TXETXU AUSÍN (IFS-CSIC)
Presidente del Comité de Ética del CSIC